Cuando llegamos a la tercera edad parece que entremos, en muchos casos, en una época en la que todo es tabú y nada se conoce. Sin embargo, poco a poco, esta situación está revirtiéndose. Para contribuir a ello, hoy hablamos sobre alimentación y tercera edad. ¿Tienen alguna relación específica? ¿Hay que prestarle otro tipo de atención? Si te interesa esta temática, quédate, lo descubrirás todo a continuación. Además, recuerda que en Grupo Esneca Formación podrás encontrar el curso de Dirección y Gestión de Residencias de Mayores.

Alimentación y tercera edad: una aproximación

La gerontología, como muchos de vosotros ya sabréis, es una ciencia que reúne muchas otras ciencias y se dedica a estudiar la tercera edad. Una temática que, a pesar de estar a la orden del día y existir, ha sido “tabú”. Sin embargo, alcanzar una tercera edad de manera saludable es óptimo para seguir disfrutando a todo rendimiento de nuestro ritmo de vida.

Uno de los pilares imprescindibles para ello es la alimentación, muy importante para todas las franjas de edad a las que podamos referirnos. Sin embargo, ¿qué relación tienen alimentación y tercera edad? ¡Pues son un binomio inseparable si hablamos en clave de salud y bienestar!

Y es que, el proceso de envejecimiento implica muchos cambios en nuestro cuerpo. Tal como adaptamos nuestra dieta cuando pasamos de bebés a niños y de adolescentes a adultos, ¿Por qué debería ser diferente hablar de alimentación y tercera edad?

En resumen, adaptar el plan alimenticio a nuestras necesidades físicas y fisiológicas es vital en cualquier etapa de nuestra vida. Pero especialmente, en la tercera edad, en la que nuestro cuerpo inicia procesos que hasta el momento no había emprendido.

Cambios en la alimentación y tercera edad

En esta etapa de nuestra vida, como bien comentábamos anteriormente, tienen lugar algunos cambios que hacen que nuestras necesidades nutricionales cambien. Veamos cuáles son estos cambios de manera generalizada y qué ajustes requieren.

  • Sistema inmunológico

El sistema inmunológico de nuestro cuerpo se debilita con el paso de los años y, al llegar a la tercera edad, pierde eficacia y su funcionamiento deja de ser tan ágil de ahí que adatar la dieta a alimentos que lo refuercen sea una prioridad.

  • Metabolismo basal

Inevitablemente nuestro cuerpo achaca signos de envejecimiento. Uno de ellos es la ralentización de nuestro metabolismo, que pierde tolerancia a la glucosa y consume menos calorías al día.

  • Composición corporal

Generalmente, cuando entramos en la tercera edad, nuestra composición corporal cambia. Acumulamos más masa grasa y nuestra masa muscular y ósea se reduce gradualmente. Igualmente, se produce una pérdida de agua corporal, lo que podría afectarnos en nuestra regulación térmica natural.

Como habrás visto, encontrar un equilibrio justo entre alimentación y tercera edad es de vital importancia para poder afrontar esta nueva etapa de nuestras vidas con la mayor vitalidad y energía posibles. Toma nota y consulta con un especialista en nutrición o a tu médico de cabecera.